Entre los muchos recuerdos que se van acumulando de la vida en pandemia se destaca la enorme cantidad de errores que todos hemos cometido. Sin intención de referirme a ellos es la introducción para anticipar un error en el que probablemente muchos caigan –si es que no lo han hecho ya- en el campo de la educación.
El error o equivocación a la que me refiero es el de pensar que en estos meses tuvimos una
verdadera educación a distancia (virtual, en línea, no importa aquí la manera
de denominarla) y, a partir de ello evaluar, juzgar, tomar decisiones, las que,
inevitablemente, se corresponderán con esa mirada basada en el error.
Ni siquiera creo que es legítimo
encuestar a los alumnos y a las familias preguntando si en el futuro inmediato les
gustaría seguir en esta modalidad, volver totalmente a clases presenciales o
alguna forma que tome una parte de ambas. Tomando una expresión del mundo
judicial, sería nula de nulidad absoluta.
Lo que estamos viviendo es una educación en emergencia. Alumnos, docentes,
familias, gobiernos, la sociedad toda en
emergencia. Hubo que improvisar. Con muchísimo esfuerzo casi todos están
haciendo lo que pueden con lo que había
a mano, celulares, computadoras, tabletas, fotocopias, la señora de al
lado o el vecino de acá a la vuelta. Cuando todo pase se hará todo lo posible por evaluar hasta
donde pudo llegar cada uno y dedicar todo el saber y el querer hacer a
restaurar el daño.
La educación sin distancia, por sus posibilidades de llegar a todas partes
y en las formas más diversas preferimos hablar de educación sin distancia. La
verdadera, cualquiera sea el soporte que se elija, exige algunos requisitos
previos. Como una escuela necesita bancos, sillas y computadoras.
Recordemos algunas características de la educación a (sin) distancia:
1.- Es una opción. Alumnos y docentes elijen la modalidad. No es una
imposición.
2.- Requiere una planificación específica. Centrada en el alumno desde el
punto de partida. No hay una tradición ni actores que cuestionen este concepto
basal.
3.- Instituciones y alumnado cuentan con un equipamiento apropiado,
compatible y complementario. Equipamiento que es cada día más accesible.
4.- Tienen un equipo de gestión académica, de gestión administrativa, cuerpo
docentes y de tutores, profesional y especializado.
5.- Hay una gran diversidad de materiales para obtener información. Módulos
impresos, campus virtuales, contenidos digitales, y todos los vínculos que
ofrece la red, como también la posibilidad, en estudio colaborativo, de
compartir foros y chats con otros estudiantes docentes y tutores.
Los alumnos avanzan a su propio ritmo y administran su tiempo según sus necesidades.
Son protagonistas activos de su proyecto. Los docentes y tutores son
motivadores, orientadores y consejeros.
Quien se inscribe en un instituto, que brinda buena educación a distancia,
lo primero que va a recibir después de la bienvenida, es un instructivo para
familiarizarse con el entorno tecnológico educativo. Cómo aprender mediado por
la tecnología. Cómo ingresar, cómo aprovechar el campus y la biblioteca
digital, cómo participar en los foros de debate. Tendrán opciones de
autoevaluación, previas a las evaluaciones formales planificadas para cada
materia y posibilidades de consultas cada vez que sea necesario.
Una de las claves del éxito en una propuesta de este tipo está en la
capacidad de la institución de realizar un acompañamiento al alumno. Siempre
habrá un tutor a disposición para solucionar los problemas o dificultades que surjan.
El vínculo con el alumno también le permite a la institución relacionarse con
la familia. Esta es muy importante en la tarea de contención, apoyando en los momentos de desánimo,
estimulando y felicitando en cada logro alcanzado. Hay una tendencia a
desvalorizar la relación que se crea entre docentes/tutores y alumnos en esta
modalidad. Seguramente parte del desconocimiento. Es sorprendente el vínculo de
reconocimiento mutuo, agradecimiento y afecto que se genera a lo largo de los
años de carrera, sabiendo que siempre hay alguien del otro lado de la línea.
Es importante señalar que el proceso de aprendizaje que se transita en esta
modalidad desarrolla las capacidades y destrezas que son muy valorados en la
sociedad hoy. Autonomía personal, iniciativa, responsabilidad individual,
capacidad de resolver problemas, adaptabilidad a diferentes situaciones, son
requisitos indispensables para avanzar y terminar las carreras.
A pesar de ello, insistimos en señalar como nuevo lo que ya tiene una trayectoria respetable. Existen
universidades, instituciones educativas que ofrecen bachilleratos, carreras
terciarias y multiplicidad de cursos con más de dos décadas de experiencia en
educar a distancia. Hay miles de egresados. Con la llegada de la tecnología
digital el ritmo de expansión y crecimiento es exponencial y se multiplicó la
posibilidad de alcanzar mejores resultados.
Es tanto y tan intenso el crecimiento de esta modalidad de aprender que sorprenden
algunas posturas de resistencia en el país que siguen considerando la educación
a distancia una oferta de segundo orden. Es posible que nuestra tradición
escolo-céntrica actúe como un bloqueo a
otras posibilidades.
Alumnos y docentes volverán a las aulas recuperando ese vínculo anhelado.
Enhorabuena. La experiencia y los aprendizajes de estos meses no serán
olvidados y se incorporarán al proceso de enseñanza y aprendizaje para
enriquecerlo, para mejorarlo. La tecnología tendrá una presencia mucho mayor y
más importante que antes del confinamiento. Pero tengamos presente que no hacemos
educación a distancia, estamos haciendo educación en emergencia tomando algunos
elementos de esa modalidad. Felicitaciones por el trabajo.
El desafío por delante es enorme, estimulante y motivador. Cada día es más
necesario educar. La pandemia está produciendo una verdadera catástrofe.
Utilicemos todos los recursos maravillosos que están disponibles. No repitamos
la aventura de los que se opusieron a la imprenta. Fortalezcamos y actualicemos
la escuela y demos cabida a otras alternativas para que la educación de las
mayorías sea posible.
*Es consultor en temas educativos. Desarrolla actividades académicas en la
Universidad Nacional de San Martín. Se desempeñó como ministro de educación de
la Ciudad de Buenos Aires (1997-2000) y de la provincia de Río Negro (en dos
oportunidades). Ocupó el cargo de Director de la Casa Argentina en la Ciudad
Internacional Universitaria de París (2002-2006). Es Maestro Normal Nacional,
Profesor en Historia y tiene un pos-grado en Política e Investigación
Educativa. Fue docente y ocupó cargos directivos en instituciones de los
niveles secundarios, terciario y universitario.